viernes, 17 de agosto de 2018

El “interior” avasallado y oculto: Forastero, de Jorge Accame

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[Esta reseña fue escrita a fines del año 2008, pocos meses después de que viera la luz la novela]


Forastero, de Jorge Accame, fue ganadora del Premio Novela 2008 del diario La Nación y editorial Sudamericana.
Leer Forastero implica trasladarse al misterioso mundo de las ciudades “del interior”, a aquellos sitios desérticos y olvidados en los  que pareciera que todo puede ocurrir. Es inevitable imaginarse a un pueblo de los márgenes jujeños, con sus coloridos carnavales y su sol hostigador,  mientras se disfruta de la prosa de Accame.   
La trama es fundamentalmente policíaca, con algunas variantes. La historia transcurre en un atractivo escenario, una localidad del norte del país, un pueblo pequeño y anquilosado en sus costumbres, en el que pueden oírse con frecuencia los apacibles sonidos del viento y la naturaleza. Un foráneo, Evaristo Soler, llega al lugar con aparentes intenciones de indagar acerca del crimen de una jovencita estudiante de profesorado, cuyo cadáver apareció extrañamente marcado con una supuesta letra griega. Además de bucear en los testimonios que permitirán reconstruir la historia de la chica asesinada, Soler recopila relatos cotidianos que se insertan en el argumento central a la manera de intertextos. El protagonista deberá recoger indicios sobre el crimen, pero también deberá investigar al mismo pueblo y a aquella comunidad hermética que parece postularse como un “otro mundo” regido por propias y perversas reglas. Son muy pocos los pobladores que desean la resolución del caso. Aquella comunidad ha estado sumergida desde siempre en la violencia y en la muerte, pero también son el silencio, la conformidad y la costumbre los que han dominado la vida de sus habitantes. Un personaje endemoniado, Ismael Palma, prototipo del terrateniente dictador y asesino, subyugador de todo el pueblo, es la pieza fundamental para completar un cuadro social  caracterizado por el poder de unos cuantos y el malestar de muchos. 
La estructura de la novela es de una originalidad sorprendente. El autor mantiene el tiempo presente a lo largo de toda la narración, de manera que los hechos coetáneos y los acontecimientos pretéritos se conjugan en un mismo presente estático, que colabora con el efecto cíclico y claustrofóbico que logra la novela. Las narraciones accesorias completan el clima de violencia que construye el texto en su conjunto.
Contrariamente a la personalidad fuerte y controvertida de los protagonistas principales del policial clásico,  Soler recuerda inevitablemente a aquel “extranjero” de Albert Camus, que deambula por la vida sin saber exactamente para qué está. Busca calmar sus apetencias sexuales dándole cabida a sus instintos más animales y siente atracción desmedida por las mujeres con rasgos indígenas, cuestión que lo acerca a la fusión que se produce entre personaje forastero y urbano, primitivismo y barbarie. Confiesa, en un momento de la novela, haber llegado al pueblo no tanto para resolver el caso de la chica asesinada sino porque no tiene ocupación fija, acaba de sufrir la muerte trágica de su mujer y su hijo, y cree que la única forma de pasar el tiempo es recopilando narraciones. En este sentido, el relato del crimen será para él una historia más de las que definen la vida de aquel pueblo, una historia que por más que se resuelva, pronto será  avasallada por el olvido y el silenciamiento, como todo lo que aquel sitio termina por devorar.
Forastero es una clara denuncia a los sistemas primitivos y perversos  que suelen caracterizar a las pequeñas ciudades del interior del país, tantas veces hostigadas por el despotismo de cuestionables líderes. Pero, además, es una reflexión sobre la escritura literaria y sus particularidades. En un momento del relato un personaje increpa: “¿Puedo preguntarle una cosa? ¿Para qué escribe una persona?”, a lo que el protagonista responde “Juntar las cosas. Juntar las cosas que están dispersas. Creo que el universo quiere unirse otra vez.” Este intercambio remite al epígrafe que inicia la novela, en la que se citan las acepciones del verbo griego  legein, que puede significar “decir” pero también “reunir o juntar”.  
La novela de Accame tiene la particularidad de las grandes obras: deleita y aporta nuevos interrogantes. Entre las preguntas que sin duda quedarán girando en la mente del lector estarán, entre otras, ¿cuántas historias del mundo y de nuestra comunidad próxima no conocemos y deberíamos conocer?, ¿cuántas conocemos a medias? y ¿cuántas y cuáles se nos ocultan y disfrazan con el fin de mantener la  lógica del mundo y su tantas veces aparente orden social?    

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